La tecnología como medio para construir una sociedad más sostenible

En la era contemporánea, la tecnología, cuando se utiliza con un propósito claro de impacto positivo, se convierte en una herramienta fundamental en la construcción de una sociedad consciente y sostenible.

La interconexión global proporcionada por las plataformas tecnológicas facilita la comunicación y el intercambio de ideas entre individuos de diversas partes del mundo, fomentando una conciencia colectiva sobre cuestiones cruciales. Además, la accesibilidad a la información y la educación en línea amplían las oportunidades de aprendizaje, capacitando a las comunidades para abordar desafíos de manera informada y colaborativa. Esta revolución digital también impulsa la participación ciudadana, fortaleciendo así la creación de comunidades con propósito común, y por tanto, fomentando la democracia y la transparencia en la toma de decisiones.

Y como no podía ser de otra manera, el uso de las nuevas tecnologías al servicio de la innovación social supone también una revolución sin precedentes: desde la aplicación de inteligencia artificial y análisis de datos para mejorar la atención médica y diagnosticar enfermedades de manera más precisa (“La IA permite detectar precozmente un 20% más de casos de cáncer de mama”) hasta la implementación de soluciones tecnológicas en la agricultura para hacer frente a la escasez de alimentos (“Agricultura 4.0 y seguridad alimentaria”) o la creación de tecnologías para obtener electricidad de las plantas (Bioo).

Algunos ejemplos de proyectos que usan la tecnología para impulsar cambios de comportamiento más sostenibles son Wallapop (compra-venta de segunda mano), Too Good To Go (para reducir el desperdicio alimentario) o Bumerang (el “bicing de los tuppers”, que quiere acabar con los envases de un solo uso). Otros proyectos que mediante la tecnología facilitan una participación más inclusiva en la sociedad son Dinder Club (Tinder para personas con discapacidad intelectual) o Vermut App (una red social para personas mayores).

Visto todo el potencial transformador que tiene la tecnología para generar un impacto positivo, me parece importante nombrar también los desafíos que su uso conlleva, entre los cuales están la brecha digital, la privacidad y la seguridad en línea. Entre estos retos, el de la brecha digital es el que considero que tiene un impacto social más grande por el efecto excluyente que genera en la sociedad, ya que estamos hablando de inequidad en el acceso a la tecnología, o la falta de habilidades/capacidades para el correcto uso de la misma.

Por eso, para que la tecnología sea puesta al servicio del impacto positivo, es crucial que los emprendedores trabajen su teoría de cambio desde el principio, haciéndose preguntas como éstas: ¿qué quiero conseguir con mi propuesta de valor?,  ¿qué cambio quiero provocar?, ¿dónde y/o en quién quiero impactar?, ¿cómo lo voy a medir?, etc.
Y concretamente cuando hablamos de proyectos tecnológicos, usar un enfoque reflexivo en el diseño de una nueva iniciativa implica varias cosas: entender el contexto social, económico y cultural en el que se va a aplicar esa tecnología, hacer un análisis crítico de sus implicaciones, y muy relacionado con esto último, evaluar sus posibles impactos (tanto positivos como negativos) a largo plazo.

En resumen, la tecnología es un medio valioso al servicio de una sociedad mejor cuando se utiliza con responsabilidad y propósito. Su verdadero impacto positivo se logra cuando se integra de manera consciente en un marco ético que prioriza la inclusión, la equidad y la construcción de comunidades informadas, conscientes, colaborativas y sostenibles.